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Segunda visita: Un Outlet

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Comprar es un placer, creo que ha quedado claro, y comprar buenas marcas a buenos precios, un sueño.

Me llama la atención como una marca de moda lowcost como Zara (no hay que dar muchos más adjetivos puesto que todos la conocemos y adoramos) logra que sus empleados se sientan orgullosos de trabajar en la firma. Tan orgullosos, que a veces podrían ser tildados incluso de arrogantes y de, se podría decir técnicamente, malos vendedores. Es cierto que últimamente se muestran algo más atentos, pero las encargadas continúan con ese halo de divismo incomprensible desde un punto de vista normal, pero que conviene analizar de manera profesional: simplemente se sienten parte de una gran marca y se sienten identificadas con la firma a la que representan (había antes incluso un grupo de Facebook que hacía alusión a si se creían todas hijas de Amancio Ortega. La gente es de lo más ocurrente). Eso para la empresa es positivo porque es personal motivado al que se le podrá pedir siempre un poquito más, siempre una vuelta de tuerca más que será recibida de buen grado. Otra cosa es que las convierta en buenas vendedoras. Eso ya es cuestión de actitud, formación y vocación de servicio, y no siempre las tres características van unidas, a pesar de las políticas de retribución por objetivos (incomprensible en el caso de Zara, ¡¡con lo que venden, Dios mío, y lo que podrían vender!!).

¿Todo esto a qué viene? Os preguntaréis. Ya llego, tranquilos.

Si observamos ahora una firma de lujo pensaríamos que aún deberían tener más fácil lograr un personal orgulloso de trabajar para la marca, y que luchase por esas comisiones tan reconfortantes a fin de mes, y así es. Generalmente son más amables, más atentas, más formadas, aunque a veces haya que vencer ese temor al trauma «Pretty Woman» (ser juzgada al cruzar el umbral de la puerta). Pero ya hablaremos de ese trauma y sus consecuencias en otra ocasión.

Pues bien, ese orgullo, esa dedicación, ese saber hacer que se presupone al personal de toda marca de lujo, debe mantenerse siempre, sea el tipo de establecimiento que sea, esté ubicado donde esté ubicado, tenga precios del tipo que sea o sea el momento del año que sea. Es más, aunque no seamos una marca de lujo, nuestro trato al cliente debe ser el mismo estemos en la «Flagship Store» (pretencioso, ¿eh?) o en nuestra tienda outlet de las Rozas Village. Y aquí quería yo llegar.

Las Rozas Village es un lugar especial. Marcas estupendas mires donde mires y aparentemente nadie diría que a precios excepcionales, porque al observar los escaparates, se respira la misma sensación que en la tienda de Serrano o de Claudio Coello. Pero cuando entras… la cosa cambia, y no es por la disposición de las cosas, ya que el mobiliario es exactamente igual que en cualquier otro establecimiento de la marca, es la actitud de las vendedoras. Hoy hablo en concreto de Carolina Herrera outlet, cuya pareja de dependientas en animada conversación, con la tienda vacía al llegar pero con trasiego durante la visita, y nosotras, dos amigas ansiosas de encontrar un vestido largo de noche, no recibimos ni un saludo, ni una mirada, ni una mínima sonrisa. Pero íbamos a lo que íbamos, decididas a dar la vuelta a la tienda, aunque fuera solas. Y así fue. Hasta que ya empezamos a desordenar tanto que entonces decidieron ayudarnos.

En los outlets esta actitud es común y como muchas veces vale el «hay lo que hay expuesto», pues ¿para qué esforzarnos? Unido al hecho de que el cliente que visita un outlet es inferior a lo que se merece la marca, ¿para qué esforzarnos? Aunque también existe el pensamiento de que el cliente de outlet sabe lo que es y el servicio no es su prioridad, ¿para qué esforzarnos?.

Error, gran error.

Mi amiga compró probablemente el vestido más caro de la tienda, unido a unos guantes de los que yo me encapriché (muy útiles para el duro invierno que sufrimos), el ticket total fue de 550 Euros (los guantes, 25€, H. respira). Necesitábamos otro vestido, pero la falta de dedicación nos llevó a visitar otros establecimientos. «Big mistake, huge» que diría Julia en la citada cinta. Por lo menos, y dada nuestras dudas, dado que nevaba copiosamente en el exterior, tuvo cierta iniciativa y envolvió el vestido de manera que el agua no le afectase. La despedida fue amable, pero ahí las dejamos de nuevo en el mostrador, con la tienda con clientes.

Las marcas son difíciles de construir, requieren trabajo, esfuerzo y eso es lo que construye el compromiso y la fidelidad del comprador y del vendedor. Los outlets son establecimientos representativos de la marca y descuidarlos, es descuidar nuestra marca, es tirar por el suelo todo el esfuerzo conseguido. Y al final ¿nuestro objetivo no es vender más?, pues vendamos como siempre se ha hecho, manteniendo contacto con nuestros clientes, interactuando, haciendo nuestra clientela incluso en los outlets.

Feliz Día del Padre. Espero que vayáis de compras, y me contéis.

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Hablando de expectativas…

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Esta ilustración me parece GENIAL. Qué difícil es tratar con clientes pero ya cuando entran en juego diferentes actores intermedios, ya el resultado puede ser, caro desde luego, pero pintoresco seguro. ¡¡Qué importante es la comunicación y la escucha!! Pero ese será tema de otro post. Por hoy no os aburro más.

 

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Cuando ya no esperas nada

Algo positivo de recibir casi siempre un mal servicio es que cuando entras en un establecimiento y recibes un gesto, aunque sea mínimo, lo agradeces como si te hubiera tocado la lotería. Nos pasó una vez en los grandes almacenes de corte conocido, en la sección de electrodomésticos, en la semana de la oferta fantástica X, y cuando estábamos mirando algo con interés, se nos acercó una dependienta y dimos un salto hacia atrás de la impresión… Puede parecer exagerado, pero es completamente cierto.

Todos, cuando entramos en cualquier establecimiento, sea donde sea, tenemos unas expectativas establecidas, alimentadas de experiencias anteriores, de comentarios de personas cercanas o de personas lejanas (ej. blogs, FB), de la publicidad o de las campañas de comunicación en medios generales,  que hacen que tengamos un nivel ya marcado de lo que esperamos recibir. Evidentemente el desafío de un buen vendedor es superar esas expectativas mediante su intuición ya que saber dónde sitúa el listón cada cliente, es una tarea más que complicada y para nuestra desgracia, no lo llevamos escrito en la frente o en un icono como en los SIMS (quien no los conozca, lo siento).

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¿Por dónde se puede empezar?

1. En primer lugar por conocer la marca para la que se trabaja. ¿Una obviedad? Ya nos gustaría. Y ejemplos tenemos que no podemos desvelar pero que sorprenderían. Y no nos referimos a un conocimiento superficial, no. Conocer tu marca es vivirla, interiorizarla, que sea parte de ti. Es orgullo, sentimiento de pertenencia, afinidad con lo que significa y por lo que transmite. Hay que saber cómo se concibe, el origen de la idea, el espíritu de la misma, su evolución, la proyección de futuro. Sin esa pasión, transmitirlo al cliente es imposible. Ese sentimiento es la motivación y el motor que hace que seas capaz de recibir a tus clientes con una sonrisa.

2. Cada colección es un mundo de ideas, conceptos, materiales, colores. El producto es la materialización en tienda del espíritu de la marca y es el reflejo tangible de todo lo que nuestra marca quiere transmitir. Conocer al detalle todos los entresijos del mismo es obligatorio: desde los materiales, acabados, cuidados, elaboración, origen… ese conocimiento es la base de una profesionalidad reconocida. Cada día el cliente tiene acceso a más información a través fundamentalmente de internet, y cuando entran en nuestra tienda ya saben en muchos casos lo que quieren. Demostremos que sabemos más que el cliente, que nuestra marca es algo más, que aportamos valor añadido a la venta presencial y que el vendedor es más que un simple despachador.

3. Conozcamos las políticas de empresa, los servicios que se ofrecen y las ventajas que diferencian nuestra marca de otras. Desde si se devuelve o no el dinero, si el plazo de cambio es de un mes desde la fecha de compra, si disponemos de taller propio. Hay que saber más que nadie y transmitirlo. Regalemos esa información que para nosotros es algo aparentemente sin valor, pero que puede convertirse en cash cuando sirven para cerrar una venta. Y no olvidemos mencionar el ahorro en reclamaciones que supone.

4. Estemos informados de las noticias, novedades, apariciones en prensa, post en FB, comentarios de bloggers. Estemos al día de promos, de sorteos, de los esfuerzos que se hacen para estar en los especiales de moda. Una vez una amiga me comentaba cómo le había echado una bronca a una vendedora de MAJE que no se había molestado en conocer la nueva colección de verano que llevaba colgada en la web hacía semanas. Le sorprendía, y aunque la web sólo está en francés y en inglés, no tenía justificación alguna que la vendedora ni la hubiese visitado aunque fuese por casualidad. En American Vintage, la web online ofrece en un 90% de sus artículos precios un 5% más baratos que en la tienda de Madrid. Las vendedoras no lo sabían. Con lo secas que resultan la mayoría de las veces, la amenaza de comprar online surtió efecto inmediato y se comportaron con una amabilidad inusual. Lo mejor es que cuando acabé de comprar, me agasajaron con una vela que según ellas online seguro que no me la darían. Al consultar la web, efectivamente la regalaban con los pedidos.

5. Y por último, disfruta con tu trabajo y transmítelo. Sonreir y pensar que nos queda un día de disfrute por delante. Hay clientes fáciles y difíciles, clientes ocasionales y clientes frecuentes, pero a todos podemos sorprenderles y no dejarles indiferentes. Seguro que somos capaces de superar sus expectativas con creces porque nuestra aportación es cada día más valorada y porque nuestra actitud es una fuente de energía con un poder extraordinario, y es lograr que el cliente que deje nuestra tienda, con compra o sin ella, se sienta feliz y agradecido. Personalizar nuestra atención, hacer sentir único a nuestro cliente, adaptarnos a sus necesidades no son sino técnicas que canalizan esa energía y ese disfrute. Y un punto importante: hagámoslo desde que entra hasta que sale por la puerta. Si nos quedamos a mitad de recorrido, es decir cuando llega a caja y paga, todo nuestro esfuerzo a la basura. Mi socia hizo un pedido online a la tienda de unas conocidas (aún más delito y por eso no ponemos el nombre), y no sólo tuvo problemas de todo tipo con el pago, con la personalización del producto (sin comentarios), sino que cuando recibió lo que esperaba, con la emoción y el esfuerzo que le supuso todo y le llegó en un sobre sin ningún tipo de gracia, sin ninguna carta de agradecimiento ni de tipo esperamos que disfrute su compra, con el producto comprado (un vinilo) mal cortado que daba todo un aspecto realmente decepcionante, la pobre se quedó completamente chafada.

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No nos engañemos, todos nos movemos a partir de unas expectativas, y lo bueno y lo malo al mismo tiempo es que la mala atención es tan generalizada que ya no esperamos demasiado por lo que nuestro listón está por los suelos. Conclusión: ¡¡Sorprender está chupado!!

Y una pequeña postdata: todo lo descrito es aplicable a todos los trabajos en los que hay atención al cliente, desde hospitales a la Administración Pública. No perdonamos.

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Reflexión de domingo

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Hace años en el Magazine del diario El Mundo analizaban de manera negativa el futuro de la amabilidad. Es un tema tan apasionante que me pareció interesante de cara a nuestras formaciones pero que al final nunca he usado de manera tan abierta, y tal vez sea porque lo consideraba más una reflexión personal que profesional. Ahora pienso que estaba equivocada.

Vivimos en la era de la antipatía y es un hecho que en nuestro día a día lo vivimos constantemente. Forma parte de nuestro ámbito personal y de nuestro ámbito laboral.

Y hoy no nos centramos en ejemplos del comercio o en los servicios de atención al cliente, o ni siquiera en la asistencia sanitaria y en los doctores House y enfermeras/recepcionistas/telefonistas House que nos encontramos constantemente.

Gestos como un simple «buenos días» al vecino, una sonrisa amable mientras esperas la salida del cole de los niños, el uso del «gracias», ceder el paso en las rotondas, o ver cómo alguien cede su asiento a una embarazada en el autobús se convierten en excepcionales, e incluso, a veces, están hasta mal vistos. Si eres amable en determinados ambientes puedes verte incluso tildado con el agradable apelativo de pringado, de interesado, de falso, o hacerte sentir inferior.

Las razones principales que daban varios expertos hacían mención al egocentrismo generalizado en esta sociedad en la que los demás se convierten en un estorbo; del «yo quiero todo y ahora»; a una huida de los valores tradicionales que se asocian a épocas anteriores; a una laxitud en la educación… Vamos, realmente justificaciones para decir que cada día la fina línea que diferenciaba la buena educación y la amabilidad es apenas perceptible, porque al descuidar nuestros modales nos hemos convertido en seres más desagradables para con los demás.

Y ya no es una cuestión personal e individual, sino que estamos cuestionando los valores de la convivencia en sociedad.

En el mundo laboral se lleva al extremo. Ser amable es visto como un rasgo de debilidad o de desconfianza. Russ Edelman, un consultor y escritor americano, cuantificaba el hecho de tener personal demasiado amable en las empresas: una reducción del 8% en los ingresos (porcentaje suficiente para desterrar la amabilidad entre aquéllos que adoran las cuantificaciones). La conclusión es simple al asociar el hecho de que si eres amable puedes tener conflictos a la hora de imponerte o de tomar decisiones.

Alguna esperanza nos debería quedar, porque sino el mundo que dejamos a nuestros vástagos puede ser triste, triste. Y se ven destellos en ciertas actitudes que la crisis hace aflorar. La luz después del túnel: ¡¡En Zara te saludan e incluso te ayudan!! Un pequeño paso que humaniza a un gigante… La crisis debería ser un revulsivo de esta actitud y hacernos al menos más transparentes, más visibles a los demás mostrando nuestra cara amable, nuestras ganas de agradar y hacer que nuestra convivencia sea un poco más llevadera y agradable. Y todo para volver a recomendar de nuevo el gesto más barato, más física y estéticamente recomendable, más reconfortante, más internacional y más agradecido del mundo: la sonrisa.

Y para la reflexión: las 20 actitudes amables en peligro de extinción. ¡¡Ayudemos a conservarlas!!

1. Ser respetuoso en las conversaciones, incluso en las discusiones, no interrumpiendo a nuestro interlocutor, escuchándole…
2. Ceder el asiento en un trasporte público a una embarazada o un anciano.
3. No utilizar el teléfono móvil si estamos teniendo otra conversación.
4. Dejar salir antes de entrar.
5. Apagar el teléfono móvil o al menos no usarlo (y menos a gritos) en lugares públicos, como el AVE, el cine…
6. Socorrer a alguien en la calle si vemos que ha tenido un problema o emergencia.
7. Agradecer a los conductores que paren al verte cruzar por un paso de cebra.
8. Pedir las cosas por favor.
9. Saludar al cruzarse con alguien desconocido en lugares que antaño lo exigían, como el campo o un pueblo.
10. Pedir disculpas.
11. En carretera, facilitar la incorporación o los adelantamientos.
12. No usar el claxon por sistema y poner los intermitentes.
13. Dejar que alguien nos adelante en una cola si tiene prisa.
14. Ayudar a un vecino con las bolsas de la compra al verle cargado.
15. Atender al cliente con respeto, consideración y agradecimiento por utilizar nuestros servicios o comprar nuestros productos. Qué mínimo que un saludo cuando subes a un taxi, algo de cordialidad al pedir un café o una sonrisa al plantarte ante la ventanilla de un funcionario.
16. Como viandante, ceder el paso a discapacitados.
17. Ayudar a una madre a bajar el carro del bebe por unas escaleras.
18. Dar las gracias.
19. Saludar al cruzarse con alguien conocido.
20. Decir “de nada”

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Hablar de dinero es de mala educación.

Pero a veces es bastante definitivo, y además con una infografía todo queda más elegante.

Los datos proceden de un estudio de Genesys Global Survey. Los puntos fundamentales:

1. En el mundo, un 67% de clientes cambian de proveedor ante una mala experiencia. Esto implica pérdidas anuales de 338,5 mil millones de dólares en las 16 mayores economías mundiales.

2. En EEUU el coste medio de cada relación perdida es de 289 dólares.

3. La industria más afectada por un mal servicio es el sector financiero, con unas pérdidas estimadas de 44 mil millones de dólares.

Demasiados ceros.

En definitiva el estudio concluye con que los consumidores están demandando mayor integración entre el self-service y el servicio asistido (¡hasta Zara se ha dado cuenta!),  y que cerca de un 40% requieren de un servicio más humano.

Enjoy.

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Y en el futuro, ¿qué?

Imaginar el futuro es siempre un ejercicio lleno de creatividad, y pagaría cualquier cosa por ver lo que nos espera. Pero en la venta, ¿qué nos depara el futuro ?

Este vídeo invita a varias reflexiones:

1. Seguimos visitando las tiendas. Aunque somos (y me incluyo) cada día más adeptos a la venta online, los espacios de compra continúan siendo lugares especiales y llenos de belleza, diseño y orden. Y éste que se nos presenta lo es.

2. ¿Y por qué no incorporar las ventajas de la compra online a los establecimientos a pie de calle? Son ya muchos los comercios que disponen de ipads para la presentación de colecciones completas que tal vez por falta de espacio o por profundidad de colección o simplemente por estética minimalista, no pueden o no quieren exponer en tienda, pero se ofrece la posibilidad de conseguir esa prenda deseada pero ausente de la vista, si al cliente se le antoja. La recogida podría ser en tienda o enviado a casa. Todo facilidades.

3. Lo mejor: los probadores. Ya no serán la prueba más complicada de superar en una tienda, y no nos volverán a sorprender con una minifalda con calcetines cortos, con la piel amarilla cetrina o con ese vello pendiente de erradicar con la depilación láser…

4. Y sorprendente pero cierto: ¡¡hay vendedores!!… ¡¡y amables y competentes!! Esa es la mejor parte. Qué sonrisa, cómo selecciona las prendas, cómo aconseja de manera sincera, qué paciencia demuestra (porque la chica es simpática pero un poco hiperactiva), y siempre junto al cliente (es verdad que no hay otro, pero nos vale). No abandona a nuestra sonriente compradora, se muestra disponible, siempre atenta… Vamos, un sueño, que la maquinita esa de cobrar tiene que echar humo al final del día, seguro.

Nos encanta este vídeo.

Y lo mejor de todo es que el futuro nos da la razón: a todos nos gusta que nos atiendan bien y nos seguirá gustando.

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Opiniones de lejos

Los afortunados que hemos aprendido idiomas con la generosidad paterna de ser enviados a países lejanos, solemos guardar además de grandes recuerdos, el cariño de las familias que nos acogen. Yo me siento doblemente afortunada porque disfruté de una ciudad increíble con una familia única, con la que después de más de 20 años (don’t ask!) aún mantengo el contacto, y además de tratarse de gente especial, son unos viajeros incombustibles a pesar de su ya no tan corta edad.

El jueves les recibí en Madrid su cariñosa visita e intentamos recuperar todo ese tiempo que nos hemos perdido, y al contarles sobre cómo iban las cosas, las formaciones y los clientes, mi querida Marj me dejaba ver cómo se sentía absolutamente sorprendida negativamente con el servicio recibido a lo largo de su increible viaje.

Os hago un breve resumen del perfil de mis queridos padres americanos: Alrededor de los 80 años, americanos de California, acostumbrados a viajar en Business, en cruceros de lujo, amantes de las aventuras, ávidos de conocimiento, sin reparos en alquilar coche y recorrerse los castillos medievales de España, gente capaz de dar la vuelta al mundo hasta que el cuerpo no les de para más, han visto mucho y son expertos en recibir servicios. Marj me confesó lo decepcionada que se sentía por el servicio en Europa. Daba igual la tienda en la que entraban, los vendedores se mostraban poco receptivos, vigilantes en lugar de acogedores, preocupados más por lo que tocasen o descolocasen (o lo que pudieran robar…) que por vender. Y habían pasado por ciudades y puertos turísticos de Francia, Italia, Suiza y por Turquía. Y no hizo excepciones. Su frase fue realmente, que se encontraban ciertamente desconcertados respecto a los Estados Unidos. Me puso un ejemplo de unas tiendas americanas y de su servicio (Nordstrom), que evidentemente yo desconocía, y lo hizo de manera espontánea, rememorando experiencias positivas.

En España no nos dió tiempo a hacer ni un poquito de souvenir shopping por lo que, afortunadamente, esta vez nos hemos librado de las críticas ¡¡por los pelos!!

Sufrimos una crisis generalizada, y aunque los medios nos lo recuerden continuamente, hay negocios que no terminan de entender que de la crisis no se saldrá sin esfuerzo, sin una revisión de los principios, de los procedimientos, de las actitudes. La opinión de Marj debe ser una llamada de atención de un cliente misterioso ocasional, un turista que llega a los principales puertos de Europa y no es capaz de destacar una experiencia de venta positiva.

Claramente, algo hay que cambiar.

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Mr Bean es un crack

Este vídeo es uno de nuestros clásicos en las formaciones.

Mr Bean es un comunicador extraordinario pero sus animaciones no pueden decir más con menos.
¡¡Cuántas situaciones similares hemos vivido!! Dicho con humor parece divertido pero si lo pensamos en serio, y si somos además los dueños del negocio…

Cuando nuestros alumnos en grupo sonríen al verlo, muchos individualmente se ven reflejados e incluso un poco avergonzados.
Porque realmente la vendedora lo tiene todo: la postura, el chicle, el teléfono, la conversación personal, el desinterés, el «no lo tengo y no te pienso ni ayudar a encontrar lo que buscas»… ¡¡todo un ejemplo!!

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The smiling report

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Se confirma: en internet se pueden encontrar informes de prácticamente de todo. La red es increíble. Pero ése es otro tema sobre el que profundizaremos en otro post.

Hoy hablamos del «Smiling Report«. ¡¡Vaya título!! Y no es casualidad dado que está hecho por colegas del sector del mystery shopping en todo el mundo. El informe presenta una compilación de datos sobre el servicio de atención obtenidos de evaluaciones a un amplio espectro de industrias de todos los sectores durante el año 2011 de 32 países.

Y ¿qué es lo que dice el informe? Nada que no haga confirmar lo que todos sabemos: se sonríe menos de lo que sería recomendable. Según el informe, sólo el 75% de los clientes que se presentaron a recibir un servicio obtuvieron una sonrisa en el año 2011 y que el 79% fueron saludados. Vaya. Menos mal que son gestos gratuitos, que sino…

Los países más sonrientes con sus clientes son Austria y Paraguay, con un 96% de sonrisas, seguidos por Islandia y Ucrania. Para quien tenga curiosidad, Pakistán fue el menos sonriente con un 37% de sonrisas. El continente más amable fue América del Norte con un 80%.

Respecto al saludo, los mejores países en saludo durante 2011 fueron Chile y Colombia con el 99%, seguidas por Paraguay, Hungría y Argentina. De nuevo Pakinstán resultó el país menos acogedor. América del Sur resultó por tanto ser el continente donde la acogida es más visible.

Verlo en números es a veces más esclarecedor. Nuestra experiencia y nuestros datos nos revelan que la media de saludo en España puede situarse en torno al 70% en sonrisa y al 68% en saludo. Pobre resultado. La realidad que nos rodea demuestra que estamos carentes de gestos amables y a pesar de todo compramos. ¿Y qué pasaría si nos sonrieran más a menudo?

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Paris: so much to learn…

Una visita fugaz a París da para mucho. Desde l’Étoile hasta le Marais es un largo paseo lleno de grandes tiendas, coquetos descubrimientos, bistrots «très français», restaurantes… pero en todos, sea cual sea la fama de los parisinos, la atención no puede ser más correcta y profesional. Un saludo al entrar, un acercamiento al menos de palabra poniéndose a tu disposición, una venta complementaria excepcional, una venta adicional digna de admiración… tanto que incluso te ves casi obligado a comprar sólo por el hecho de recompensar el esfuerzo que supone tanta facilidad. Eso le decía a mi marido al volver al hotel, con alguna que otra bolsa, y entre risas y sorpresa, ¡¡parecía no creerme!!

Qué pena que ser vendedor sea una profesión tan denostada en España. Si los vendedores supieran realmente lo que su actitud, su profesionalidad y su esfuerzo son para su negocio, seguro que nos sentiríamos todos obligados a recompensarles cada vez que les visitamos. Qué importante es una buena atención. Sin duda, decisiva para cerrar una venta, tan necesarias en este momento.

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Paris, Paris!! Oh là là!!

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Personal experimentado y entusiasta… ¡¡WAOW!!

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Welcome. Bienvenidos a nuestra casa.

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La belleza está en el interior…

 

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